Federico Müggenburg
Es de elemental formación
saber que las potencias del alma son tres: memoria, inteligencia y voluntad. Y
lo es también que el alma y el cuerpo conforman al ser humano, persona hecha a
imagen y semejanza de Dios, que así lo creó. Es decir, lo sacó de la nada, por
un acto de amor no fácilmente comprensible. Por ello la afectación que sufre
algún aspecto de las potencias mencionadas, se vuelve un problema que
deshumaniza. Perder la memoria personal o colectiva, ya se trate de una
familia, una institución o una nación siempre acarreará daños y perjuicios.
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